Por Raúl del Río
Desde el folleto y carátula del disco uno podría suponer que la segunda producción de la banda peruana (trujillana) Campo de Almas solo mantendría su estilo de rock melódico minimalista que le dio buenos resultados con su primer disco. Sin embargo la combinación de fuerza y nostalgia que contiene el “Tardes frías de verano” te sacude y te hará pensar que todo el disco fue ideado en una sola tarde, con un mismo sentimiento uniforme y lleno de neblina.
En su momento cuando yo aún era un mardecopero acérrimo descubrí a CPDA, una banda que te ofertaba letras menos adornadas y frases directas en sus canciones. Era un cambio interesante en la vida de cualquiera que buscase este tipo de actitudes más terrenales en comparación al mundo de fantasía de MDC.
Sobre el "Tardes frías de verano", recomiendo a rajatabla que el disco sea escuchado en orden. Evitar saltar canciones u obviar alguna ya que como lo dije al principio parece que el disco fue escrito de un solo tirón y en secuencia. Más como una película que como un disco. Las tres primeras: "La nueva ola", "Gris" y "Juro que no morí" son canciones melódica, dura y melódica en ese orden. Con letras que hablan de desamor y no solo por una persona en especial sino en general, un desapego por lo terrenal combinado con algo de esperanza por encontrar al final algún desenlace que brinde alivio.
Luego viene "El día final", una canción algo diferente. Más parece un recuerdo dentro de la secuencia del disco. Una especie de reclamo tardío, que aguarda la más mínima señal de ser atendido. Es una letra más soft que las tres primeras, cargada de sentimiento puro. Lo cual hace que la siguiente canción, "Las piedras y el mar", se vea aun más imponente de lo que ya es. Puesto que si la anterior es un recuerdo, esta es el despertar, con una de las mejores performances vocales que haya escuchado hasta ahora, y muy bien acoplada con el instrumental necesario para dar armonía a toda esa batería directa a la razón. Esta canción es un deseo de romper lo antes expresado en el disco, esa típica contradicción que solemos tener todos en nuestro día a día.
"El silencio" y "Oscuro", la sexta y séptima respectivamente, son una buena pareja. La primera sirve de transición después de "Las piedras y el mar", ya que tiene una dura progresión que te mantiene saltando para evitar caer en la depresión. Hasta que llega "Oscuro", y todo vuelve a la normalidad. Una canción romántica pero no empalagosa, afortunadamente. Con un poco de Romeo y Julieta combinado con una pizca de esos amores inmortales de vampiros, que solo verán juntos ocasos más no amaneceres. La octava, "Disnei", a mi gusto es una canción del primer disco. Un infiltrado necesario para mantener vigente el recuerdo del debut.
A estas alturas, las 5 canciones restantes van a ser cruciales para redondear cualquier intento de trascendencia de este disco. Y lo son. Empezando por "Desde mi lugar", que parece una continuación de "Las Piedras y el mar". Esta última demuestra un deseo de rebeldía contra la resignación mientras que la segunda parte, "Desde mi lugar", es un grito de guerra que por estar escrita en segunda persona parece más un reclamo desde el interior.
La décima canción nos regala 4 minutos exactos de “Nada sucede por casualidad”. La canción se llama "Bolero" y es como nostalgia en su estado más obsceno y cruel. Realmente no recomiendo escuchar más de tres veces seguidas esta canción, bajo riesgo de llamar a la o el ex. A mi parecer es la mejor canción romántica que tiene la banda y una de las mejores del medio. Por suerte y como inyección de adrenalina llega "El sueño acabo", una canción con una dosis de energía de emergencia, bastante juvenil y digna de pogo de kermesse de colegio, todo sano todo bien.
Casi para terminar, "Catamarán", la instrumental del disco te mantiene enchufado al estilo de la banda. Hecha adrede para no tener letra o al menos eso te hace pensar. Quizás es solo un ejercicio para la mente, como un sudoku de notas musicales.
Al final, "Eternamente". Prueben escucharla viendo a través de un caleidoscopio. El sonido se perderá entre los colores y se hará eterna en realidad. Sin traicionar nada de lo antes expresado, dota el final del disco de una mezcla discreta de letra cruda y feeling que siempre debe tener la poesía cotidiana.
Tardes frías de verano - Campo de Almas
Oz.Records - 2002
Disco Completo en Spotify:
Fotografías inertes de verano
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Oleh
diegocl02
1 comentarios :
Tulis comentariosGris tiene mucha onda a Last Nite de The Strokes, justo un año antes salía esa canción y estaba en boga, apuesto a que influyó bastante a los Campo de Almas. Eso no le quita nada a la canción, es igual de autentica.
ReplyUn detalle particular que me parece una genialidad, aunque podría ser algo por casualidad del compositor, ocurre en la parte del coro "Tu volveras a volver a verme, tu volveras", donde la melodía es una escalita melodica que sube y baja y sube, que va y viene, un péndulo. Tal cual el sentido de esa frase, melodia y letras diciendo lo mismo es como perfeccion en composicion. Me emocionan esos detalles.